Aquí... teniéndote frente a mí se me hace más difícil recordar que te tengo que olvidar. Sí, lo sé, suena raro pero así es. Sabes… hoy puedo dar una idea distinta a la que en algún momento pude decir de ti. Parece que te conozco mucho más ¿o mucho menos? Observe defectos, virtudes y miedos en tu ser. Me doy cuenta que eres distinto a lo que pensé o a lo que idealicé. No digo que sea malo, tampoco digo que sea bueno, sólo es distinto y simple y sencillamente no te conocía aunque también cabe la posibilidad de que ya no te conozco. En todo caso, esa debe ser la respuesta que he anhelado durante algún tiempo…no te conocía o en su caso cambiaste, por ello es que el amor no evoluciono, sólo se quedó como un renacuajo al que al no salirle las patas para salir a buscar cómo sobrevivir estuvo destinado a morir “ahogado” en el lugar en el que nació.
Y no es para menos…
Ahora bien, la pregunta del millón de dólares es saber ¿Aún te amo? No lo sé, sólo sé que me gusta tu compañía, pero en algunas ocasiones te odio tanto como se puede odiar a otra persona…En algunas ocasiones amo tus virtudes como un regalo de Dios, sí de Dios, y eso lo digo porque son virtudes difíciles de encontrar en cualquier ser humano y te hacen especial, pero en otras, tus defectos me duelen tanto que el dolor se me queda atrapado en la garganta y en lugar de salir por los ojos como habitualmente sucedía, sale de la punta de mis dedos que aturdidos se desquitan con un teclado inocente.
Es por ello que ahora cobra sentido lo dicho por Platón: “El primer efecto del amor es inspirar un gran respeto; se siente veneración por quien se ama.”, a lo mejor cuando ya no existe amor se pierde todo, incluso el respeto…